Más que a la vivienda, el adjetivo “modular” se debiera aplicar al sistema de fabricación. Al precisar todas ellas de proyecto visado y dirección facultativa, técnicamente se deberían considerar como construcción tradicional acelerada gracias a la industrialización de todos o parte de sus componentes.
El proceso de industrialización y la producción bajo techo, a salvo de factores climatológicos, permiten un importante ahorro de recursos y tiempo que repercuten en su bolsillo. La estandarización también es un factor importante a la hora de abaratar costes, sin pretender que todas las casas modulares tienen que ser iguales.
Dependerá mucho del sistema constructivo utilizado pero al precisar como ya hemos mencionado de proyecto visado, deberá cumplir con el CTE (código técnico de la edificación), los materiales utilizados tendrán que estar homologados por las normativas comunitarias y acreditar estar en posesión de correspondiente DIT (documento de idoneidad técnica). Así pues, aislamientos, cubiertas, instalaciones tienen las mismas garantías y efectividad que las de la obra tradicional, superándolas en muchos casos.
Se precisa de una cimentación tradicional y su estructura metálica y de hormigón cumple la normativa en cuanto a respuestas frente a situaciones extremas como pueden ser movimientos sísmicos o fuertes vientos.
VENTAJAS: La primera y más importante es el precio. Aproximadamente un sistema modular, a igualdad de calidades de acabados con la construcción tradicional, te puede representar un nada despreciable 30% de ahorro.
Además la planificación de trabajos, los conciertos de colaboración habitual con subcontratas, acuerdos con proveedores de compras “al por mayor” y metodología son nuestros grandes aliados.
La segunda ventaja es el tiempo. El plazo de “llave en mano” se sitúa en torno a los 120 días desde que disponemos del proyecto.
La supervisión constante y diaria en nuestras instalaciones, un exhaustivo control de calidad y el estar a salvo de demoras e incluso paradas en la línea de producción a causa de factores climatológicos son las principales ventajas.
Muy pocos constructores tradicionales pueden igualarnos en plazos de entrega. La tercera ventaja es la de optar por un sistema de fabricación realmente poco agresivo con el medio ambiente y eco sostenible. Debemos ser conscientes del cambio climático, las pérdidas irrecuperables de los ecosistemas y la polución.
El adjetivo “bioclimático” tan alegremente usado estos últimos tiempos, se refiere a la arquitectura que tiene muy en cuenta los factores climáticos, de orientación e integración en el entorno para conseguir, o en su defecto poder aumentar, el confort térmico interior con el mínimo consumo energético.
Claro que, en la actualidad disponemos de ciertas ventajas que nos ha dado la industrialización. No precisamos ya muros de mampostería de más de un metro de grosor para las fachadas frías, no precisamos de una cuadra llena de paja bajo nuestros pies para aislarnos de humedades, no precisamos ir con la “cantara” al río o la fuente para disponer de agua corriente ni cortar leña para disponer de calefacción.
¿Por qué no aprovecharlas? Solo es necesario el sentido común para no caer en el despilfarro y en consecuencia en el agotamiento de recursos.
Buscar un equilibrio entre los medios, las necesidades y los deseos, eso significa para nosotros “bioclimático”.
Lo podríamos resumir en un intento de conciliar la necesidad primaria de un ser humano de acceder a una vivienda digna con unos criterios constructivos de ejecución mínimamente agresivos con el medio ambiente.
Desde los materiales utilizados para su construcción, sistemas energéticos escogidos, pasando por el impacto de medioambiental sobre el ecosistema donde se asiente y la posibilidad de reciclar los residuos generados en el momento de la construcción, serán elementos a considerar y estudiar antes de poder decir que nuestra casa se ha construido bajo criterios de sostenibilidad.
Las obligatorias pruebas de certificación en un instituto tecnológico homologado, indispensables para conseguir el necesario Certificado de Idoneidad Técnica cuestan una fortuna. Como por el momento no existen subvenciones, los pequeños fabricantes, verdaderos componentes del tejido económico de este país, tienen que desistir en sus intentos de innovar en esa dirección. Al final y como siempre, son las grandes empresas y multinacionales quienes monopolizan las innovaciones desorbitando sus precios.
La expresión “Huella ecológica” pretende medir cuantas hectáreas “ocupa” cada persona para mantener su nivel de consumo y su nivel paralelo de desechos.
La definición exacta según sus autores (William Rees y Mathis Wackernagel) es:
“El área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático) necesario para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida especifico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área “
Este indicador, aunque de difícil y complejo –cuando no imposible- cálculo, es cada vez más usado para sopesar y medir lo que realmente nos cuestan, medioambientalmente hablando, los recursos de los que disponemos.
¿Cuánto cuesta realmente una ventana?…. de aluminio, PVC o madera desde que se inicia el ciclo de fabricación, es decir, desde que se extrae el aluminio de la mina o se tala la madera en el bosque, en consumo de energía, emisiones nocivas para nuestra atmósfera y salud, contaminación del entorno durante su fabricación y transporte hasta que acaba su ciclo de vida? Y aun después lo que cuesta el proceso de su reciclado.